Barbarossa
Todos tenemos momentos de esos en los que nos abrazamos melancólicamente las rodillas mientras miramos a través de una ventana la lluvia. Tales nostálgicas situaciones suelen ir acompañadas de esa música que podríamos llamar introspectiva o de “atmósfera”, que marida perfectamente con nuestros más reflexivos momentos. El último disco de James Mathé (aka Barbarossa), sería un amigo impecable para acompañarnos esos días en que uno se empeña en desvelar el de dónde venimos y hacia dónde vamos y lo que vamos a hacer entre medias.
"Bloodline” (Memphis Industries 2013), ha supuesto para el londinense la aventura de conducir su sonido folk y acústico por derroteros más electrónicos. Las letras, en la línea de su debut Chemical Campfires (2008), siguen siendo intimistas y conmovedoras, con un Mathé que guía al oyente por cada matiz emocional a través de una voz cargada de sensibilidad y buen hacer, pero esta vez incorporando cajas de ritmos, teclados casiotone y sintetizadores analógicos que resultan en una combinación entre R&B minimalista y electrónica añeja con influencias pop.
“Bloodline” supone el salto de una fórmula acústica que le funcionó muy bien a otra diferente, salto al vacio que supongo puede añadir presión a la hora de presentar un nuevo trabajo, pero Mathé prefiere verlo de otro modo… “Me presiono bastante a mí mismo para hacer la mejor música que pueda llegar a hacer, en ese sentido no ha habido mucha diferencia entre este álbum y el anterior. No me preocupan demasiado las críticas, de hecho creo que es peligroso tratar de hacer cosas para agradar a otros o para ser más popular.”
James Mathé se crece con este “bloodline” en un nos temas que construye a partir de nuevos giros que se asientan en unos añadidos electrónicos capaces de dar un empuje más majestuoso y contundente a sus nostálgicas composiciones y que en este disco llegan a ser desgarradoras. Así en el primer corte “Bloodline”, vemos intenciones con un órgano repetitivo que le da la mano a un Mathé destilador de fragilidad y que no hace más que suscitar la eterna duda de la pérdida de identidad e impronta personal detrás de la fría mascara de la tecnología, instante en el que me pregunto de forma abierta y sincomplejos si ha sido complicado no perder la identidad detrás de sintetizadores y reverbs. “La razón para este cambio es que no sentía que seguir por un camino acústico representara por completo mis gustos musicales, quería explorar otros territorios e instrumentos. Fue un proceso bastante complicado y largo, quería estar seguro de no perder el corazón y la esencia de esto…, tomé algunos caminos equivocados en el proceso hasta llegar al lugar que buscaba.” Reflexiona Mathé.
“Bloodline” grabado en formato analógico, nos muestra una forma muy personal y sincera de compartir una música que rezuma intimidad. Y que donde Por unos instantes uno tiene la sensación de estar mirando a hurtadillas a través de una cerradura, invadiendo algo secreto, adentrándose en lo más íntimo de Mathé. Las personales letras y la desnudez analógica me hacen pensar si detrás de ese nudismo afectivo se esconde la propia necesidad de Mathé por liberar al monstruo del armario. “Supongo que es mi manera de acceder a zonas oscuras, a pensamientos y sensaciones a los que de otra forma no sabría acceder, y así liberarlos de algún modo. Sé que puede sonar a cliché, pero es una especie de catarsis para mí”, nos confirma.
Su voz particular. Elegante y entonada hasta en los más acusados falsetes (a los que es aficionado) se adapta como un guante a las necesidades emotivas de cada canción. En el tema “Battles”, por ejemplo, su voz es de una sensibilidad notable, muy contenida mientras recita un “God is my kite, I´ll win these batlles of mine”, sin demasiado artificio, apoyandose en una sencilla guitarra con un fondo muy sobrio. Voz y cuerda , así de sencilla es la fórmula de este éxito, y es que de todos los instrumentos que Barbarossa toca, creo que la voz es el que más matices sensitivos le permite. “Sin ninguna duda creo que puedo transmitir mucho más con mi voz que con cualquier otro instrumento. Trabajo muy duro en el estudio para trasladarme al lugar y a lo que sentí en el momento de escribir la canción. No siempre es un proceso placentero, pero creo que de este modo el que escucha el tema puede conectar más fácilmente con él” afirma convencido.
Las letras que componen “Bloodline” son agridulces, en ocasiones angustiosas y cargadas de miedos y frustraciones personales. En “Buttefly Plage” hay una frase brutal que nos dice … “We walk alone to the graves” (caminamos solos hacia la tumba). Frase que resume, supongo y así se lo expongo, una forma un poco oscura de ver las cosas … “Creo que tengo una visión bastante “realista” del mundo. En el fondo soy bastante optimista y un gran admirador de la belleza que nos envuelve, pero también es cierto que soy muy consciente de la cruda realidad, del dolor y del sufrimiento. Creo que ciertamente mis canciones reflejan esa oscuridad que hay en mí pero siempre trato de dejar un mensaje positivo también”, puntualiza.
Aunque el tono del álbum es reposado y personal, como de afligido trovador, en “Bloodline” también hay cabida para sonidos bailables y ritmos más rápidos como “Pagliaccio”, que podría llegar a ser un auténtico rompepistas. Y que supone sin duda una “ruptura” con la pauta general del disco, dando la sensación de ser una parada para coger aliento entre tanta intensidad. “Es una forma de reflejar en la música mis diferentes estados. No siempre camino entre las sombras y la melancolía… ¡Algunas veces solamente quiero bailar!”, comenta entre risas. Momento de distensión que aprovecho para indagar sobre las aspiraciones y las raices de este nuevo trabajo, así, haciendo referencia al título del disco “Bloodline” (linaje) le pido que me defina algunos de los ascendentes de este disco “Este trabajo tiene muchas influencias, algunas más antiguas, como Prince, Otis Redding o Stevie Wonder, que es la música con la que crecí y otras más modernas, pero en ningún momento fue nada premeditado en plan, quiero que esta canción suene a esto o a esto otro.” responde tras unos segundos de silencio “Durante el tiempo que grabé el disco escuché mucho Portishead, Madlib, LCD Soundsystem o Masive Attack, y eso creo que también de algún modo ha quedado reflejado.”
Además de sus trabajos en solitario, James Mathé es de esos músicos que han curtido instrumentos en los escenarios también acompañando a otros grupos. Con Junip y con José González ha repetido gira y colaboraciones en varias ocasiones, llevando la relación a otro nivel, traspasando lo puramente musical. “Conocí a José la primera vez que vino a Reino Unido con sus conciertos en solitario hará como unos diez años. Barbarossa en esa época era un proyecto mucho más acústico así que fue muy fácil trabajar juntos. Le acompañé algunas veces y nos hicimos amigos. Por la época en la que comenzó la gira con Junip volvimos a contactar y me pidió que les acompañara y que tocara con ellos y luego más tarde con José en solitario de nuevo.” Rememora Mathé “He aprendido un montón de José. Admiro mucho su preocupación por cada detalle y su forma de trabajar. ¡Además los dos adoramos los equipos antiguos!”
El terreno de juego de Barbarossa son las emociones, los sentimiento íntimos y cercanos que proporcionan una sensación de seguridad donde Mathé se siente cómodo en el tú a tú con el público, su medio natural. Husmeando entre sus próximas fechas no veo ninguna visita a los escenarios españoles “Me gustaría muchísimo tocar en España, ¡es un país que me encanta! Mi mujer es medio española y tiene familia en Galicia a la que vistamos a veces. Por favor, si hay algún promotor leyendo esto, ¡hacedlo posible!” concluye con pasión.
Pues mientras esperamos que algún promotor lea esto y nos traiga a Mathé por estos lares, podemos bajar la luz y escuchar “Bloodline” abrazándonos las rodillas.