Tomavistas 2014
Llega el verano y por doquier, como setas, aparecen festivales. Unos más antiguos y míticos, y otros más nuevos e innovadores.
En esta ocasión toca hablar de TOMAVISTAS. Tomavistas llega a Madrid en el mes de Julio, llega y lo llena ya que este festival tiene una modalidad no muy común, pues se divide en dos fines de semana: 18 y 19; 25 y 26. La enjundia de todo esto es centrar a un grupo muy selecto de parroquianos. Y digo parroquianos porque hay que ser exquisito y saber hilar muy fino para poder saborear al cien por cien las oportunidades que nos ofrece.
Lo de dividirlo en los fascículos tiene todo el sentido del mundo. En su primera parte se opta por una temática más pop-rock. Canciones para cantar y para descubrir, grupos que en su mayoría tiene unos feligreses bien conocidos y saben bien a lo que van. Y por otra parte, y refiriéndonos a el segundo capítulo, nos encontramos con una versión más electrónica y distorsionada, esta toma lugar el último fin de semana de mes. En cualquier caso, de modo ordenado y con un diseño y pragmaticidad de aupa, podréis ver todos los detalles aquí: http://www.tomavistasfestival.com/
Todo lo que en el hipódromo de Madrid va a sonar tiene sello nacional, pues en el festival sólo han sido seleccionadas bandas españolas. Las ventajas, pues que muchas de ellas las conocemos todos y siempre se disfrutan sin lugar a error, además está la posibilidad de conocer grupos nuevos que si te cautivan tendrás a mano antes o después. Los contra, pues que no va ser un festival donde veáis a uno de vuestros ídolos cuya oportunidad de directo pasa una vez en la vida, pero siendo honestos, hay que saber disfrutar, y muy cierto es que en ocasiones como esta, la que nos proporciona el Tomavistas, no habrá ni marabuntas de gente, ni aglomeraciones debidas a un nombre que resuene más que sus temas.
A ver música en directo se ha dicho, a ver y a oír. Si uno se para y lo piensa, festivales como el Tomavistas acaban siendo los que hacen historia personal, los buenos, los que no se olvidan. Y sobre todo, a los que la memoria transporta sin que uno lo pida, por mero capricho y deleite.