Iván López Munuera
Pop Politics
Iván López Munuera (1980) es historiador de arte y especialista en Arte Contemporáneo, Estudios Culturales y Nuevos Medios. Pese a su juventud, cuenta con un dilatado currículum que incluye colaboraciones como crítico en revistas especializadas como “Arte y Parte”, actividad docente en la Universidad de Georgetown, labores de comisariado, documentación y gestión en instituciones como Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, donde comisarió la muestra Los esquizos de Madrid. Figuración madrileña de los 70, y ACAX (Agency for Contemporary Art Exchange), Ludwig Museum, ARCO, Instituto Complutense de Ciencias Musicales y Matadero de Madrid, donde participa en el grupo de investigación y trabajo de Matadero, El Ranchito. Además, Munuera dirige su propio canal de televisión independiente, Fuzzy Now Broadcasting TV.
Iván López Munuera (1980) es historiador de arte y especialista en Arte Contemporáneo, Estudios Culturales y Nuevos Medios. Pese a su juventud, cuenta con un dilatado currículum que incluye colaboraciones como crítico en revistas especializadas como “Arte y Parte”, actividad docente en la Universidad de Georgetown, labores de comisariado, documentación y gestión en instituciones como Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, donde comisarió la muestra Los esquizos de Madrid. Figuración madrileña de los 70, y ACAX (Agency for Contemporary Art Exchange), Ludwig Museum, ARCO, Instituto Complutense de Ciencias Musicales y Matadero de Madrid, donde participa en el grupo de investigación y trabajo de Matadero, El Ranchito. Además, Munuera dirige su propio canal de televisión independiente, Fuzzy Now Broadcasting TV.
En su última muestra comisariada para el CA2M de Móstoles, Pop Politics: Activismos a 33 revoluciones, Munuera aborda la dimensión política de la música y su importancia para comprender los movimientos sociales de nuestro tiempo. Distintos espacios articulan la muestra para presentar las facetas de esta particular revolución musical. De la mano de obras de artistas visuales y sonoros, la exposición trata la construcción de realidades y espacios alternativos para el disenso a través del fenómeno de la música popular. Hablamos con el crítico de arte contemporáneo y comisario Iván López quien nos desgranara su reciente exposicion Pop politics: Activismos a 33 revoluciones, en la que más de treinta artistas trabajan en torno al potencial subversivo de la música.
En Pop Politics: Activismos a 33 revoluciones, Munuera aborda la dimensión política de la música y su importancia para comprender los movimientos sociales de nuestro tiempo.
¿Por qué una exposición de música, arte y política?
Tanto el arte como la música y la política son terrenos que conforman nuestra visión, entendimiento y posicionamiento crítico frente a la realidad. Son campos conectados entre sí que muchas veces son dejados de lado como espacios donde es posible desarrollar una emancipación personal y colectiva. Para mí es importante resignificarlos y dotarlos de visibilidad como arenas donde es posible elaborar y poner en escena debates que construyen nuestro día a día. Siempre ha existido una relación entre arte y música, pero en los últimos cuarenta años es más visible, entre otros motivos por la aceptación de la música como un campo de conocimiento esencial. La cuestión es dar cabida a los diferentes estilos musicales y poder analizarlos de manera concreta y conectada. El funk en la obra de Luis Jacob, el blaxplotiation o la música tipo Stax en las composiciones de Mickalene Thomas, los vodeviles de los años 30 en la de Kalup Linzy o los Smiths en Aitor Saraiba, todos son esenciales y hacen emerger diferentes posicionamientos. Hay genealogías alternativas y archipiélagos de ironía que ponen en cuestión cómo se construyen nuestras historias o qué es considerado respetable y constitutivo de un saber.
¿Cómo llegaste a la idea de una exposición cuya temática fuera la música a través del soporte arte?
A través de la visita a diferentes estudios de artistas, conversaciones con agentes, recuento de exposiciones contemporáneas y referencias continuas que me hacían preguntarme si, por ejemplo, una figura como David Bowie había sido más influyente en ciertos artistas contemporáneos que Bruce Nauman. Al mismo tiempo, la capacidad emocional y afectiva de la música permite generar una arena donde todos estamos inmersos y nos permite actuar como espectadores activos, participar con nuestros conocimientos y experiencias.
¿Cuál ha sido el impacto real de la música en nuestra sociedad?
A lo largo de los siglos XX y XXI se han dado toda una serie de acontecimientos que han tenido como centro gravitacional los diferentes conocimientos producidos en la música Pop (o formas musicales populares urbanas, ya sea rock, punk, postpunk, disco, tropicalismo, psicodelia, tecno, electro, hip-hop…) y que han variado por completo el tejido cultural y social. Unas acciones no siempre presentes en las historias al uso pero que, sin embargo, han producido una quiebra radical en la estética, las vinculaciones sociales y las interacciones con los órdenes establecidos. La música entendida como una arena de lo político donde se ponen en juego diferentes posicionamientos, como una extensa atmósfera de relaciones que contiene canales de hegemonía, pero también archipiélagos de alternativa, ironía, desatención y disidencia. Porque sus variados sistemas de relación no son subculturas ajenas a un contexto global, sino agencias compartidas y posiciones de conocimiento conectadas entre sí, hibridadas y contaminadas, en las que es posible encontrar micro-espacios de descoordinación. Una arena política que ha influido de manera determinante en el presente, desvelando las implicaciones actuales de muchas de las manifestaciones estéticas y artísticas de hoy día.
¿Crees que la música puede ser el motor del cambio, su banda sonora, o ambas cosas?
Creo que es importante visualizar el arte y la música no como espacios de contrasociedad o subculturas ajenas a un marco global, sino como partes esenciales en un contexto amplio. En este sentido, la música puede actuar como motor de cambio y como banda sonora, de la misma manera que el arte puede ayudar a representar y problematizar el lugar en el que nos encontramos o el espacio de deseo en el que queremos estar o vernos representados.
Al observar las obras da la sensacion que la exposición trata la figura del fan desde un punto de vista original...
El fan ha sido entendido habitualmente como una figura alienada, carente de voz, que acata los designios de la estrella o del mercado, pero esto no siempre es así. Las etnografías del fenómeno fan y los recuentos que de ellos hacen numerosos artistas contemporáneos como Jeremy Deller y Nick Abrahams, Luke Fowler, Lorea Alfaro, Christian Marclay, Francesc Ruiz o Momu & No Es, han permitido superar la lectura de la figura del espectador como un agente pasivo -un receptor acrítico y socialmente desorganizado, sin capacidad para intervenir en los procesos de producción y significación de lo pop-, para reinterpretarlo como un agente activo que contribuye al desarrollo, elaboración y relectura de estos productos. El trabajo de diversos artistas ha documentado cómo en muchos casos los fans abordan proyectos de emancipación personal o colectiva en la manera en que se vinculan a las “estrellas” de la música, de las que disponen de manera independiente, reprogramando las correlaciones entre icono e ideología en el ámbito de su experiencia cotidiana.
Pop politics tiene un cierto aire retro… ¿Qué fue de aquella juventud rebelde?
Para mí era esencial desligar la idea de “juventu”’ como constitutiva de un contexto cultural ligado a la música. La música es intergeneracional y trasnacional. Cada artista genera vínculos diversos al margen de su generación: de las canciones de Kurt Weil y Bertolt Brecht en la obra de Discoteca Flaming Star al New Wave de Pettibon o la música de Amy Winehouse en Lorea Alfaro. Del mismo modo, he tratado de no abordar sólo aquellas tradiciones musicales que puedan provenir de Occidente: tenemos desde las obras del japonés Lyota Yagi hasta la chicha del peruano radicado en México Gabriel Acevedo Velarde. Por otro lado, he querido que todos ellos estén al mismo nivel, pues sus trabajos lo merecían: tenemos desde el premio Turner Jeremy Deller o el último León de Oro de la Bienal de Venecia Christian Marclay a figuras cuya trayectoria está elaborándose en tiempo presente, como June Crespo.
¿Qué papel juega la música en tus intereses como investigador?, ¿Y en tu vida?
Un papel crucial en ambos sentidos. Construye los diferentes campos de conocimiento, más aún en un terreno como el arte, que visibiliza de manera continua el lugar en el que nos situamos, lo dota de significación y crítica, y que, por supuesto, afecta a nuestro día a día.
¿Qué música escuchas?
Sé que parece una respuesta estereotipada, pero es muy variada: ahora mismo estoy escuchando un recopilatorio de Robert Crumb sobre primeras grabaciones en discos de pizarra (Gay Life in Dikanka. R. Crumb’s Old Time Favorites) y lo alterno con Frank Ocean, Arvo Part, The Smiths, Gang Of Four, El Hijo y John Talabot.