Simon Balthazar y los suyos fueron conscientes de que su último trabajo, "Let’s go Extinct", estaba aun en sus primeras semanas de vida, con lo cual optaron por tocar un repertorio muy variadito donde temas de sus álbumes anteriores así como de alguno sus Eps tuvieron cabida. El aforo, nutrido y considerable, agradeció el gesto y disfrutó de los saltos de un disco a otro, de un Fanfarlo a otro.

 

Un sonido bien definido con una considerable fidelidad al del estudio envolvió a la sala But de Madrid, donde una vez más se dejó claro que la música en directo bien tocada es uno de los placeres mayores tanto para artista como para plebe. Además, de una manera sutil y elegante también se demostró que la música, la de siempre, la que emana de instrumentos sin necesidad de que la tecnología tenga que suplirla, puede todavía hoy conquistar y triunfar.

 

Fanfarlo compone un delicioso cartel de artistas versátiles, profesionales y entregados. Y así lo pudimos comprobar en los distintos cambios de instrumentos que con maestría fueron componiendo la lista de canciones. Coger una guitarra acústica soltando la eléctrica para luego pasar al saxo o alternar entre piano, trompeta y serrucho dieron prueba de ello.

 

Un Fanfarlo que sonó como siempre aunque se hacía notar nuevo. Así ocurrió hasta en cuatro ocasiones cuando Simon Balthazar aprovechaba los interludios entre canciones para la metafísica y la filosofía transmitiendo mensajes de uno para todos. Esta nueva etapa donde se enuncia un nuevo trabajo conceptual alrededor de la condición humana y los futuros posibles, está marcada en las letras por brújulas como la neurociencia, los escritos de Kurt Vonnegut o la teoría de la panspermia.

 

Tras el concierto Simon Balthazar hizo las veces de Dj para los que quisieran continuar en Madklyn. Allí un pequeño y reducido grupo de asistentes tuvo un poco más, no de Fanfarlo, pero sí de diversión.

  

Un concierto correcto, con un ambiente adecuado y ganas de pasarlo bien que formulan una de esas veladas para recordar.